Algunas ciudades del mundo, como Lisboa, San Francisco o Melbourne, son famosas por sus tranvías históricos todavía en circulación. El de Sóller tiene una peculiaridad que lo hace especial frente a otros tranvías urbanos: la de unir montaña y mar en un trayecto de media hora, desde el valle en el corazón de la Serra con el puerto y la playa.
Inaugurado en 1913, el tranvía de Sóller no es solo un atractivo turístico, sino también un medio de transporte colectivo utilizado desde hace más de un siglo por los habitantes de la pequeña ciudad para desplazarse a su puerto y playas y viceversa.
El tranvía, además de transportar pasajeros, se ha utilizado también para transportar las cajas de pescado de los muelles al mercado o las de naranjas hasta los barcos que navegaban antaño hasta los puertos franceses, para subir las hortalizas de la huerta al pueblo e incluso para llevar carbón y materiales de guerra hasta la base naval de la Armada ubicada en el Puerto de Sóller.
En la plaza de España, frente a la entrada del histórico edificio de la estación del tren de Sóller, bajo la sombra de un frondoso platero, se encuentra la primera parada donde tomar el tranvía hasta la playa y el puerto.
El hecho de poder adquirir los billetes a bordo (o el haber adquirido el billete combinado tren-tranvía) y el amplio horario de trayectos te permite poder pasear, ir de compras o sentarte en una terraza antes de realizar tu pequeño viaje.
En la misma plaza encontrarás la Oficina de Turismo de Sóller ubicada en un antiguo furgón del tren habilitado para esa función.
También puedes iniciar el trayecto desde la parada situada en la Avenida Cristòfol Colom, la cual une la plaza principal con el Mercado Municipal.
Subirte al tranvía frente a la estación te da la oportunidad de cruzar el centro de Sóller a través de sus calles y plazas.
El tranvía deja la Plaza de España para bajar por el arbolado paseo de Es Born, con la monumental iglesia parroquial a la derecha y las terrazas de cafeterías y bares a la izquierda.
Desde Es Born el convoy entra en la Plaza Constitución, centro neurálgico de la localidad, siempre ajetreada y bulliciosa, especialmente en los sábados de mercado. A tu izquierda tienes el edificio consistorial y a tu derecha puedes observar el conjunto arquitectónico de estilo modernista formado por las fachadas de la iglesia de Sant Bartolomé y el Banco de Sóller.
En los meses de buen tiempo, el tranvía es equipado con los vagones de pasaje llamados jardineras. Estos están abiertos en sus flancos, cosa que permite disfrutar todavía más del ambiente y del paisaje.
Dejando atrás la plaza principal y el Mercado municipal, el tranvía se adentra en un territorio menos urbano y más rural, compuesto por los jardines traseros de las casas y los huertos de naranjos y limoneros. Pronto, a la derecha, podrás observar también el Torrent Major, sorteado por el tranvía sobre un pequeño puente de acero.
En esa zona, llamada Es Camp de S’Oca, los sollerics lograron una gesta histórica, todavía recordada y celebrada festivamente cada año. En mayo de 1561 tuvo allí lugar una batalla donde los habitantes del valle lograron repeler y derrotar a una horda mucho más numerosa de piratas berberiscos que intentaban saquear la ciudad.
Como el tranvía es utilizado también por los vecinos, en su paso por el barrio de L’Horta hay dos paradas más. El maquinista solo frena el convoy si el viajero le avisa haciendo sonar la campanilla colocada a tal efecto, tirando de una correa que cuelga del techo del vagón. Una peculiaridad más de este singular transporte.
Al salir de l’Horta, los rieles atraviesan la carretera que une Sóller con su Puerto a la altura del Monumento a los Héroes del 11 de mayo de 1561. Ya en campo abierto, la vista puede solazarse con el paisaje montañoso de los alrededores o el más cercano de los huertos de naranjos y limoneros.
Sigue el tranvía su camino hacia el mar entre la carretera y el cauce del Torrent Major, con alguna que otra parada para dejar subir o dejar bajar algún viajero.
A la altura de Sa Roca Rotja hay un desdoble de vías donde quizás haya que esperar unos instantes para dejar pasar al convoy gemelo en su trayecto de retorno a Sóller.
La brisa marina anuncia la cercanía del mar. Una parada más en la plaza de Sa Torre, llamada así por estar situada al pie de una antigua torre de defensa, para que puedan descender los viajeros que se dirigen a la zona de la Playa d’en Repic.
A partir de ahí, el tranvía se desliza por el paseo peatonal de Es Través con la inmejorable panorámica de la bahía a la izquierda. El Mediterráneo en todo su esplendor: la playa, las embarcaciones descansando en el centro de la bahía y la línea del horizonte enmarcada entre dos puntas coronadas por los faros de Es Cap Gros y Sa Creu.
Estás llegando a tu destino. El tranvía termina su recorrido en la antigua estación del tranvía que baja desde Sóller al puerto, reconvertida desde el 5 de mayo de 1929 en el restaurante y hotel Mar y Sol. Desde el principio está regentado por la familia Sastre, desde 1979 por Vicente Sastre.
Sólo durante la Guerra Civil el edificio fue expropiado y sirvió de alojamiento a los oficiales de los submarinos italianos que estaban amarrados en la base. En los años sesenta se cerró el hotel de 5 habitaciones y desde entonces sólo funciona como bar y restaurante para los excursionistas que vienen al Port de Sóller o que hacen la famosa «Vuelta isla», que combina con el barco a Sa Calobra el viaje desde Palma de tren y tranvía, .
Tienes todo el tiempo del mundo para pasear por sus muelles, darte un chapuzón en la playa, ir de tiendas, disfrutar de las magníficas vistas sobre el mar desde sus miradores o comer en alguno de los numerosos restaurantes.
O, si te apetece ir más allá con tu excursión, embárcate en un paseo por mar hasta los destinos costeros de Sa Foradada, Tuent, Sa Calobra y el Torrent de Pareis.
El 4 de octubre de 1913 se inauguró la línea del primer tranvía eléctrico de Mallorca, entre Sóller y el Port de Sóller.
El proyecto de esta línea lo diseñó y dirigió D. Pedro Garau, y se tendieron 4.868 metros de vía. Como obra de fábrica destaca el puente de hierro sobre el “Torrent Major”, que fue construido por la Maquinista Terrestre y Marítima.
El tranvía dispuso en un principio de una central eléctrica propia que se situaba en la propia estación de Sóller. Dicha central estaba alimentada por un motor de explosión de 65 caballos que accionaba una dinamo de la casa Siemens-Schuckert, dando una corriente continua de 600 voltios.
Aunque el tranvía de Sóller estaba pensado para el transporte de pasajeros, fue utilizado también para el tráfico de mercancías hacia el puerto. En un pequeño vagón isotermo se transportaba el pescado fresco del Port a Sóller y en remolques se llevaba carbón a la antigua base militar de submarinos del Port de Sóller, a la fábrica de «el Gas»; así como minas y torpedos transportados desde el polvorín de Caubet.
Los tres automotores de tranvía numerados del 1 al 3 y sus remolques 5 y 6 son los originales de 1913 que fueron encargados a la casa zaragozana Carde & Escoriaza. Las jardineras se adquirieron de los tranvías de Palma en 1954.
Además, el Tranvía de Sóller dispone de cinco automotores de tranvías provenientes de Lisboa, numerados del 20 al 24, adaptados al ancho de vía 914mm.